lunes, marzo 13, 2006

Trocha Verde: Tingo Maria: Donde la vida fluye en cada rinc�n

Trocha Verde: Tingo Maria: Donde la vida fluye en cada rinc�n

jueves, enero 26, 2006

Punta Sal : Tranquila y bella


Punta Sal representa la quintaesencia de las playas del norte peruano. Las azules y frescas aguas del Pacífico, la suave arena y el desierto se conjugan para crear la sensación de refugio y huida de la civilización que a cientos de turistas los atrae a este rincón que pareciera ser del fin del mundo.

Punta sal se ubica en el departamento de Tumbes, en el kilómetro 1187 de la Panamericana Norte, en medio de la zona más desértica del país y a lo largo de un límpido litoral protegido por el sol que no lo abandona en ninguna época del año.Pero nunca el calor es agobiante, el aire caliente del desierto es apaciguado por la brisa marina. Las olas arrastran consigo pequeñas conchas y piedrecillas de colores que luego yacen en la arena y forman un panorama salvaje.
Aquí hay pocas palmeras, la mayoría introducidas por el hombre. Al contrario, el árbol del algarrobo crece en cientos de kilómetros alrededor. Sus frondosas ramas perduran por muchos años a pesar de la sequedad del suelo. El algarrobo está protegido por los conservacionistas y la población local que mantienen en control el uso de la madera para la industria.

Visitas moderadas
A Punta Sal llegan visitantes de todo el mundo, pero nunca al punto de alterar la tranquilidad del lugar. Aquí no hay las típicas aglomeraciones del turismo masivo. El servicio hotelero siempre se abastece, aunque en temporada alta es preciso hacer las reservaciones necesarias. Aquí el turista encuentra la soledad de una playa imperturbable. Los bares, discotecas y luces de neón no tienen cabida.


Hombres de pesca
Los pescadores habitan en la playa por décadas. Ésta es la población originaria del lugar y saben compartirlo con cualquier foráneo.En esta agua se pescan la “raya”, el “coche”, el “pez espada” o la “lisa”, además de diversas especies de mariscos, elementos básicos en la comida local. Ver trabajar a estos hombres crea una sensación de deseo en el forastero por imitarlos, ir en busca de su propia alimento, manejar la balsa al antojo del mar y esperar a que las redes se llenen -el trabajo en su forma más natural.Ellos construyen sus propias balsas y siempre separan un espacio al que quiera acompañarlos a pescar. Cerca del mediodía la parte más alejada de la playa adquiere vitalidad con la compra-venta de productos. Pescadores, amas de casa y turistas se involucran en el negocio por adquirir el mejor pescado. Al finalizar la actividad, cientos de gaviotas, pelícanos y aves de rapiña se encargan de limpiar la playa de cualquier residuo marino.

Abundancia de elementos
Los paisajes conmovedores y sorprendentes están por cualquier parte donde se mire. En especial, desde la cima de las montañas se observa una panorámica completa de todo Punta Sal. El cielo y el mar infinito ofrecen un espectáculo de diversos tonos azules y, al atardecer, parece que todo se somete a la incandescencia del sol tornándose el lugar de color anaranjado. Ni un solo lugar puede pasar por alto. En el horizonte, los delfines, los lobos marinos y ballenas alborotan las aguas. Arriba, bandadas de aves revolotean sin cesar: piqueros, huerequeques, garzas, cardenales, zarcillos y muchos más son el deleite de todo ornitólogo. Por el lado del desierto, los zorros y gallinazos hacen de las suyas y en la arena, cientos de cangrejos se escabullen de los picos de las gaviotas. Mientras tanto, el viento se convierte en un portavoz de cada elemento vivo arrastrando consigo una serie de sonidos inexplicables.


Cuando el sol se ocultó
Aquí la naturaleza exuberante y la limitada presencia del hombre dan vida a un equilibrio armonioso. Pero no siempre fue así. En 1982, el fenómeno de El Niño amenazó con transformar la geografía del lugar. Lluvias torrenciales nublaron el cielo por semanas, los deslizamientos de las montañas llegaron hasta el mar al punto de convertirse color marrón; los peces se alejaron de las aguas y los pescadores sufrieron los estragos de no encontrar su alimento diario; las carreteras se destrozaron y el lugar quedó aislado del resto. Todo ello pasó, pero El Niño sigue siendo un fantasma que en cualquier momento puede atacar.

Viviendo en una posta
lEn la actualidad hay energía eléctrica, agua potable y teléfonos; existen vías en regular estado, paquetes turísticos y cómodos hoteles. Por ello, visitar Punta Sal no es una evasión total de la modernidad sino una forma de vivir más acorde con la naturaleza. Más que un balneario, Punta Sal es una tierra con espíritu propio.

Por Fernando Vilchez Santisteban.
fotos Eduardo Villarreal

viernes, enero 20, 2006

Tupe: un pueblo con espíritu e idioma propio

Por Fernando Vilchez Santisteban

Tupe es como un gigantesco mural, con muchos elementos difíciles de interpretar pero en su conjunto forman un paisaje admirable. El resultado es un pueblo lleno de contradicciones, con una realidad social bastante dura, pero con su gente e historia maravillosa.Todo el lugar está cargado de enseñanzas y costumbres ancestrales que tratan de lidiar con una modernidad que se mete sin ningún permiso en la vida de los tupinos.Ubicado en la provincia de Yauyos (Lima), San Bartolomé de Tupe se esconde en medio de empinadas y rocosas montañas.
Para llegar hay que recorrer un serpenteante y polvoriento camino que se inicia en Catahuasi y se prolonga por más de seis horas de agotadora caminata. Al llegar pareciera que Tupe está deshabitado. El silencio que alberga la plaza principal crea una sensación de expectativa por lo que luego pueda pasar. Poco a poco la incertidumbre se esfuma y tímidamente los niños salen de las esquinas para luego embaucar al peregrino en una serie de interrogantes y bromas, quieren saber el motivo de la visita y las cosas que se lleva como equipaje.

IDIOMA ANCESTRAL
Definitivamente lo que más caracteriza a los tupinos es su lenguaje: el jaqaru, cuyos orígenes se remontan a los primeros siglos de nuestra era y ha perdurado en este lugar. Tupe es considerado la única población del país donde se habla el jaqaru. Por siglos fue la lengua más importante de la región, extendiéndose por Lima y Nazca hasta llegar a Ayacucho, donde se inició la cultura Wari, sociedad bélica que sólo fue derrotada por los incas. Prueba de aquella envergadura es que aún perduran caminos que parten desde Nazca a Tupe y también hasta Saysa en Apurimac. Rutas que los antiguos tupinos usaban para el comercio y pastoreo hasta los inicios del siglo XX.El jaqaru es lengua hermana del aymara y el kawki (idioma casi extinto que solo se habla en Cachuy, anexo de Tupe). Los tres idiomas provienen del Proto Jaqi o lengua madre. De ellos, el aymara es hablado por millones de personas en Perú, Bolivia, norte de Chile y Argentina. El jaqaru era hablado por varios miles en diversas regiones del centro. Al transcurrir el tiempo, su uso se ha reducido solo a la población de Tupe. Tal vez por su difícil acceso geográfico no logró mayor influencia de otras lenguas como el quechua. Hoy la población tupina es bilingüe. La enorme presión de la lengua española genera ciertos cambios y modificaciones en el jaqaru. Ambas lenguas son aceptadas por todos, aunque con mayor inclinación por el castellano.
En Tupe la población no supera los 800 habitantes, ancianos y niños en su mayoría. Son los primeros quienes hablan el jaqaru en su forma más original. Pero en las últimas generaciones existe una notoria pérdida y deficiencia en el uso del idioma. la sobrevaloración del castellano y su cultura trae como consecuencias que algunos nieguen el uso del jaqaru. El Ministerio de Educación en conjunto con otras instituciones tratan de implantar el jaqaru como segundo idioma, capacitando a los profesores y ofreciendo material educativo bilingüe para una población escolar que no supera a los cien.Estudios realizados por la lingüista Martha Hardman y la tupina Nelly Belleza permiten que el jaqaru posea actualmente una gramática, cuyo uso es implantado dentro de la enseñanza escolar. De esta forma, se pretende consolidar el uso del idioma que sobrevivió por cientos de años de manera oral.

TRAJES LLAMATIVOS
Un elemento peculiar en Tupe es la vestimenta de las mujeres y niñas: con trajes bajo la rodilla, de tela roja, estilo escocés; faja roja en la cintura, con iconos de andenería y figuras geométricas; pañuelos color granate que les cubre la cabeza y un manto oscuro y grueso que las protege del frío. Pero lo que más resalta en su vestir son los accesorios que usan las mujeres mayores. En el pecho cuelgan los “topos”, discos enormes de plata labrada en nueve décimas; llamativos aretes que adornan su rostro, dándoles un aire de elegancia y soberbia. Todos estos accesorios pueden costar varios cientos de soles. Por eso, solo los usan en ocasiones muy especiales. Existen registros que indican el uso de estos elementos desde hace más de 500 años. Incluso el cronista Huamán Poma de Ayala hace referencia a ellos en sus lienzos sobre la vestimenta wari.El uso de la tela escocesa empezó aproximadamente en la década del setenta, cuando ciertos comerciantes llevaron la tela al lugar y tuvo gran aceptación por el bajo precio y por lo abrigadora que es. Anteriormente sus vestidos eran de tela negra con finos detalles. Aún se puede apreciar a las más ancianas que usan estos trajes llamados “anacos”,sobretodo las fiestas del pueblo. Los hombres no usan algo tan llamativo. Lo fundamental es el sombrero negro y faja en la cintura.

VIVIR EN LO ALTO
Ubicado a 2830 msnm y con clima cálido por el día y frío por la noche. Tupe es un pueblo esencialmente ganadero, la abundancia de pastos garantiza la crianza y producción de queso. Sus tierras frías son poco aprovechadas. La agricultura es prácticamente de subsistencia, con una producción esencial de papas, maíz y ocas, alimentación básica de los tupinos.Pero el rasgo geográfico más resaltante es el “tupinachaka” o “tupe viejo”, gigantesca montaña de piedra sólida que se alza a manera d escudo protector de Tupe. Y es en las diversas montañas que lo rodean donde se esconden diversas edificaciones, vestigios de antiguos habitantes y que aún no se investigan.Los hogares tupinos son bastante sencillos. El aspecto gris de las piedras, material con que son construidos, crean una sensación de melancolía frialdad. Los techos eran de paja, para ser reemplazados hoy por las nada estéticas calaminas. Las cocinas no poseen chimeneas, la quema de leña enrarece el aire del hogar.La llegada de la energía eléctrica está modificando rápidamente la vida apacible de los tupinos. El acceso a la televisión y los aparatos de DVD generan expectativas en los más jóvenes quienes, al llegar la noche, rodean los hogares que lo poseen para ver películas norteamericanas, muchas de ellas en estreno incluso.Tupe no está en condiciones de recibir turistas. La población aún no percibe el potencial de atracción que generan sus costumbres. Aquí no hay restaurantes ni ningún otro servicio. A excepción de un hospedaje municipal en condiciones precarias. Al contrario, Tupe es un destino de interés para el estudio y la observación de una cultura ancestral que perdura en el tiempo.

Para visitar Tupe:
- Tomar bus desde Lima a Cañete. Allí existen pequeños autos que lo llevan a Catahuasi (último pueblo de Cañete). Desde allí se inicia el camino hacia Tupe. Antes de llegar está el poblado de Aiza, donde ya se percibe el uso del jaqaru.
- Aunque no existen restaurantes, en algunos hogares ofrecen alimentación a los visitantes a muy bajo precio. Existen bodegas donde se puede adquirir frutas y otros comestibles.
- La fiesta principal es en los primeros días de agosto con la “fiesta de la erranza”, acto que consiste en marcar al ganado por sus respectivos dueños.
- La fiesta al Patrono San Bartolomé es el 24 de agosto donde se abre por única vez el antiguo y descuidado templo, construido en 1821. Ese día hay misa y procesión.- También se venera a la Virgen de la Candelaria (2 de febrero).
- Si no desea alquilar un habitación, en Tupe existen extensas áreas para armar campamentos.- Aquí no hay agua potable. Procure llevar su propia agua y/o pastillas de cloro. El río es el único proveedor de este elemento.
- No olvide el repelente. Es frecuente la invasión de moscas, mosquitos y pulgas.
- Lleve ropa ligera y de abrigo.

martes, enero 17, 2006

La vida es un carnaval. Pero en Celendín se vive mejor.

Siempre relacioné los carnavales con escenas típicas de Río de Janeiro, con abundantes y exóticos trajes, mujeres despampanantes, serpentinas y zamba. Felizmente esto es solo en Brasil. Pero en Cajamarca (Perú) dicha fiesta se vive con tanta intensidad que es considerada como la cuna del carnaval peruano. Aquí no hay diminutas ropas pero sí toda una manifestación de arte y tradición.

Llegué a esta ciudad la última semana de febrero. Eran días de la fiesta y cientos de viajeros colmaron las carreteras. Todo medio de transporte valía para llegar. Entre costales de arroz y paisanos, el viaje se tornó en un cuadro folclórico inolvidable.
Aún el sol no salía. Cansado y adolorido por la incomodidad del viaje, lo que deseaba era dormir. ¡Pero cómo podía hacerlo si en la Plaza de Armas la gente aún celebraba!. Grupos de jóvenes en las esquinas, cánticos y bailes, guitarras y botellas de licor en el suelo, todo indicaba que fue una noche de parranda. Las campanas de la Catedral anunciaron el nuevo día. Casi sonámbulo me dirigía descansar, repitiéndome que debo estar preparado , pues aquí podría ocurrir de todo. Al mediodía la ciudad entera se congregó en la Plaza y calles aledañas. Una guerra se desató y cualquiera podía ser empapado con agua y pintura. Desde lo alto de los edificios los francotiradores lanzaban su munición de globos. Otros atacaban frente a frente y en grupo. Nadie escapó al ataque, todo valía para la diversión.
Con ropas mojadas nos preparamos para ver el desfile de carros alegóricos, reinas y disfraces de cada barrio. Calles repletas de gente. Había que ser muy hábil para alcanzar a ver el espectáculo. Felizmente me escabullí y me uní a los danzantes y bailarinas que de inmediato me conquistaron con su alegría. Despojado de toda vergüenza y sin temor a hacer el ridículo, me aventuré a seguir las comparsas e imitar sus bailes. Era uno más en ese mar de diversión.

Por la noche, las coplas y guitarras volvían a sonar en la plaza. Todos éramos amigos. Lo principal era sonreír y nunca negar una invitación a beber. Pues un principio de esta ciudad es comer y beber todo lo que se ofrece, o sino la persona es obligada a ingerir el doble de licor. Aprendí muy bien la lección. Mas ellos no se percataron que tenía mis trucos para no beber lo que me servían –aguardiente mezclado con refresco-.
Al día siguiente se realizó el concurso de las “viudas”. Esto consiste en premiar a quien llora por más tiempo la muerte del Ño Carnavalón o Rey Momo –personaje que representa el espíritu del Carnaval por finalizar-. Docenas de mujeres que se visten de negro y sus gemidos y llantos exagerados conmueven hasta el más duro corazón. Una parodia que indica el final del carnaval, para enterrar luego a este ser imaginario.

Fiesta sin fronteras.
Las celebraciones continuaron en pueblos aledaños. Y es en José Gálvez donde el carnaval se celebra igual que hace 20 ó 30 años atrás. A tres horas de Cajamarca, este distrito se prepara por más de un mes para la fiesta. Los barrios ensayan sus bailes, confeccionan sus trajes con hermosos colores y lentejuelas. Las máscaras antropomorfas y sombreros de copa alta también son parte del atuendo.
El acabado de las ropas es tan fino que la gente no escatima dinero para lucir bien en el festejo. Igual valor merecen los carros alegóricos y la decoración de las calles. Pero nuestras miradas se las roban las reinas elegidas con gran dificultad. Pues aquí todas las mujeres merecen una corona. ¡Ay de aquel que pretenda enamorarlas¡ Antes deberá ser aceptado por el barrio entero que celosamente las cuidan.
Las casas blancas con tejados y balcones viejos. Las pistas empedradas y el corzo que recorre las calles principales crean la sensación de vivir en una postal. También hay agua y pintura, alegría de niños y jóvenes. Pero lo más maravilloso es la hospitalidad de la gente que, al llegar la noche, están dispuestos a acoger al visitante. Dan lo mejor de su abrigo y comida. Lo que nunca falta en casa es la chicha de jora. No hay que abusar de este licor sino se quiere terminar en el baño con terribles cólicos.

Encuentros

Muy temprano fui invitado a participar de una reencuentro familiar. Esta vez me dirigí al poblado de Alto Bacón, muy cerca de Celendín. Entre abrazos y lágrimas, la familia se volvía a ver. Primos, tíos, hermanos y abuelos, más de quince personas reunidas aquella mañana. Se sacrificó un cordero, la abuela cocinó papas y maíz cosechado de sus tierras y comimos pan caliente horneado bajo leña. Posamos para la foto del recuerdo y sin percatarme ya era un miembro más de aquella generosa familia que no cesaba de abrazarme y recordarme que estaba en casa. Por un momento llegué a pensar que tanta efusividad era efecto del licor. Pero ¡que derecho tenía yo para dudar de su cariño!. En las grandes ciudades miramos con desconfianza al extraño y las reuniones familiares son menos usuales. Aquí todo es distinto. La familia numerosa sigue reencontrándose y qué mejor en épocas de carnaval.

Acompañado de mi nueva familia visité el poblado de “Loma del Indio”. Entre montañas verdes y vientos fríos, las pocas personas de este recóndito lugar celebraban a su estilo el fin de fiesta.
La melodía de coplas carnavalescas se interrumpió para iniciar el juego del “tapagallo”. Hasta hace pocos años se practicó el “matagallo”, celebración que consiste en enterrar al ave hasta el cuello, de tal forma que su cabeza quede expuesta. Los ojos del concursante son cubiertos con una venda y luego de varias vueltas tratar de golpear con un garrote la cabeza del gallo que servirá como premio a quien logre acertar. Felizmente este juego cambió, pues la población reconoció que el ave vale más vivo que muerto. Ahora se practica el tapagallo, con las mismas normas, pero en vez de golpearlo, tratar de cubrirlo con un sombrero. Ya oscurecía y sin demora se celebró la “yunza”, fiesta tradicional de muchos pueblos andinos que consiste en derribar un árbol donde prenden de sus ramas diversos regalos. Los participantes rodean el árbol y mientras bailan, lo golpean con un machete hasta derribarlo y coger sus obsequios. Colmado de tanto festejo, me retiro a Celendín. Era domingo por la mañana y la población participa de la feria ganadera. Vacas lecheras enormes llegaban de tierras vecinas. Es que la abundancia de pastos asegura la producción de lácteos y carne para la comunidad. Aquí la totalidad de la gente usa sombreros de copa alta y ancha, accesorio obligado en su vestimenta, muchos de ellos vendidos a precios elevados.

Pareciera que aquí la s fiestas nunca terminan y se vive en constante diversión., al día siguiente retorné a la ciudad de Cajamarca. Visité los Baños del Inca, lugar de aguas tibias que brotan del subsuelo y era preciado por los Incas. Alquilé un baño privado y extenuado me sumergí en la tina de agua caliente. Totalmente satisfecho de tan inolvidable carnaval.

Fernando Vilchez Santisteban

lunes, enero 16, 2006

El viaje como pretexto de escape

"El viaje nos convierte en seres libres, hace posible que nos veamos detenidos en el espejo del tiempo, mientras el mundo corre a nuestro lado”. Javier Reverte, escritor español.

Todos buscamos algún paliativo que nos haga olvidar, por un instante siquiera, la abrumadora vida cotidiana. Sin duda, viajar es una de las mejores salidas justo en el momento cuando estamos al borde del colapso. El escritor inglés Graham Greene decía “...viajar permite huir de la rutina diaria, del miedo al futuro”. Es justamente esa oportunidad de escape lo que hace la vida más llevadera e impide entregarse a la desesperación.Ello explica el por qué los adolescentes y jóvenes no desperdician cualquier oportunidad para viajar. El lugar muchas veces pasa a un segundo plano. Lo principal es liberarse del tedio amenazador.

El viaje del descubrimiento
No todos los viajes son una salida desesperada. También hay quienes parten motivados por conocer nuevas geografías y culturas, escabullirse en calles desconocidas y pintorescas; entablar conversación con personajes que ven el mundo de una forma distinta a la nuestra; o tal vez quedar conmovidos por algún paisaje acogedor.El viaje ideal sería aquel que nos libre de lo cotidiano para enfrentarnos a la infinita experiencia de conocer otras realidades. Es que el viaje es una herramienta muy útil, que nos abre los ojos a un mundo mucho más amplio y complejo de lo que pensamos, donde todos nuestros temores quedan sin fundamento y nos hace más tolerantes con otros seres humanos.


Partida sin retorno
Definamos términos. Un emigrante es aquel que parte sin la perspectiva de retorno. Es el que viaja impulsado por la búsqueda de oportunidades. Este personaje tiende a la añoranza por su pueblo y le cuesta adaptarse a una nueva realidad.

El turista viaja siempre con un rumbo y tiempo establecido. Ya sabe de antemano lo que encontrará al llegar. En cambio, el viajero no tiene una ruta específica. Su destino puede cambiar de un momento a otro. Siempre está dispuesto a experiencias inesperadas. Aunque tarde o temprano siempre regresa a algún sitio.Pero ¿todo viajero tiene la voluntad de retornar? Todos vuelven, pero no siempre. Existen viajes en que el regreso es imposible. Kafka dijo en algún momento de su vida: “Existe un punto tan distante entre el lugar de partida, que una vez alcanzado es más fácil seguir adelante que intentar un regreso”.


Viaje al interior
Un viaje sin retorno puede darse por la falta de una ruta como por la desalentadora ausencia de un camino interior, esa búsqueda del alma que nos conduce a quién sabe dónde. Y es que cuando el viajero parte para encontrarse a sí mismo, esa búsqueda logra cambiarlo al punto que la posibilidad de regresar se hace cada vez más lejana.

Un viaje puede ser algo más que una vuelta en u, donde todos retornan al mismo punto. También se puede transformar en una vía donde hay curvas, desvíos, laberintos, agujeros o en el motivo de una fuga con señales de libertad.


Por Fernando Vilchez Santisteban

Tingo Maria: Donde la vida fluye en cada rincón

Un artículo sobre la ciudad amazónica que sufrió los estragos de la violencia política, pero hoy se perfila como pueblo con recursos naturales por redescubrir.

Tingo María es considerada la puerta de entrada a la amazonía peruana. De esto no cabe duda, pues pareciera que todo está hechizado por los misterios de la selva. Todo se sumerge en un ritmo frenético e imparable, donde la vida fluye a borbotones y cada rincón de tierra guarda en sí la más variada flora y fauna del país.Tingo María se ubica en el departamento de Huanuco, en la selva alta. El calor es implacable durante el día. No existe sombra que valga pues la humedad y el bochorno lo invaden todo. En las noches, el frescor calma las alborotadas vidas de los tingaleses –nombre que reciben los nativos del lugar-. Esta zona es considerada una de las más lluviosas del mundo. Los nubarrones son frecuentes y las calles suelen enlodarse y formar charcos. La ciudad es ruidosa y frenética. Las motocicletas son el medio de transporte más utilizado por la población. El ruido de los motores, sumado al bullicio de los comercios generan la sensación de estar en medio de una bulliciosa calle de Calcuta o Bangkok , pero con un aire local que hacen la ciudad inigualable.

Vida cotidiana
Visitar el mercado central es encontrarse con una versión resumida de la cultura de Tingo María. En este lugar se concentra la vida cotidiana, con sus ajetreos y preocupaciones. El regateo es un arte aquí y en muchos otros pueblos del país. Los clientes piden los mejores productos y los precios más bajos, los comerciantes luchan por ganarse un centavo más. Al final gana quien se cansa de tanto insistir.Decenas de puestos expenden las más extrañas especies de carne de animales de los montes (el sajino, majaz, venado y añuje); pescados secos del gran río Huallaga (zúngaro, paiche, tilapia o carachama); frutos dulces y jugosos (aguaje, cocona, huaba o plátanos), y una serie de hierbas medicinales (uña de gato, leche caspi o sanango).Los “preparados” o “remedios caseros” poseen muy buena aceptación en la población local. La medicina natural es muy antigua y arraigada en el pueblo, éstos consideran a la medicina tradicional mucha más efectiva que la científica que, por sus elevados costos y su difícil llegada a las zonas más alejadas, recurren a lo más cercano y económico. Los curanderos y chamanes ofrecen una serie de remedios y jarabes frente a la mayoría de enfermedades. Todo rodeado de ceremonias y rituales que llaman la atención al foráneo. El turismo esotérico está cobrando auge en esta parte del país. Es cada vez mayor el número de personas que visitan la amazonía en busca de experiencias curativas para las dolencias del cuerpo y alma.

Hoja dulce, hoja agria
Tingo María sufrió por varias décadas la violencia ocasionada por el narcotráfico. Miles de personas fallecieron como resultado de los continuos enfrentamientos entre campesinos, narcotraficantes y fuerzas militares.Los suelos que conforman la zona del Huallaga-donde Tingo María se ubica- favorece el crecimiento y cultivo de la hoja de coca sin mayores esfuerzos. La siembra de la hoja de coca es ancestral. Los primeros colonos que llegaron a estas tierras hace más de un siglo, descubrieron que la coca ya crecía en toda la región. Su consumo original era puramente ceremonial y para obtener calorías a través de la masticación o “chacchado” . El problema empezó desde que la producción de la hoja de coca fue destinada al narcotráfico para la obtención de clorhidrato de cocaína. La enorme demanda que suscitó la referida hoja generó súbitas ganancias en la mayoría de campesinos, dejando a un lado los cultivos tradicionales para dedicarse exclusivamente a la siembra y cosecha de tan polémica planta, hasta nuestros días. Los gobiernos han hecho considerables esfuerzos para frenar el cultivo de la coca promoviendo la siembra de productos alternativos -café, cacao o arroz- . Pero la ausencia de mercados para la venta de éstos hace difícil su continuidad. Se estima que el 90% de la producción de la hoja de coca está destinada al narcotráfico. Hasta hoy dicha planta no encuentra mejor competencia económica. La violencia y corrupción fueron los problemas más agudos hasta los inicios de la década del noventa. Hoy la ciudad luce más tranquila y segura, ya no hay violencia armada. Sin embargo, el fantasma del narcotráfico aún sigue latente en zonas más profundas de la selva, donde la intervención policial se dificulta.

Río salvaje
La selva de Tingo María está impregnada de cataratas, ríos y caminos que conducen a una serie de cautivantes parajes que provocan la relajación y la contemplación de la naturaleza. El Velo de las Ninfas y la Catarata del Carmen son espectaculares caídas de agua, donde las caminatas y el esfuerzo físico por llegar, son recompensados por las frescas y suaves aguas.Aquí la naturaleza está casi intocable. Aún se pueden apreciar gigantes y antiguos árboles. En sus ramas cuelgan gruesas lianas que, con cierta precaución y habilidad, pueden trasladar a los más osados de una rama a otra. El río Huallaga recorre toda la ciudad. En sus aguas existe un frenético movimiento comercial. Decenas de balsas se trasladan a los pueblos aledaños, transportando sus mercancías. En las riberas del río se levantan cientos de improvisadas casas, tratando de desafiar las súbitas crecidas de tan magnífico río.Tingo maría proviene de la palabra quechua Tincco (encuentro). Esto es en relación a la unión de dos ríos: el Huallaga y el Monzón. Sobre la palabra María no existe una versión definida. Los primeros pobladores afirman que María era una simpática y muy querida mujer que ofrecía comida a todo el que pasaba por el encuentro de ambos ríos. Otros indican que María fue una mujer que murió ahogada en las riberas.

Formas caprichosas
El rasgo más impresionante de este lugar es el paisaje que se ofrece frente a todo el que llega aquí. La “Bella Durmiente” es una serie de montañas que, desde cualquier punto de la ciudad, se observa el perfil de una mujer recostada. Esto no es ninguna exageración. Hay que verla directamente para disipar cualquier duda. Desde el Mirador San Francisco, la ciudad se presenta en todo su esplendor. La vista panorámica de sus calles favorece la contemplación. Al fondo, la Bella Durmiente se muestra magnífica e indiferente a todo el movimiento que ocurre a sus pies.Existe una leyenda local que señala que el cuerpo de esta mujer es de “Cuynach”, princesa india que fue impedida por sus padres a contraer matrimonio con un príncipe. Albergado por tanta pena, su novio le propone quedarse ambos dormidos y perennizarse en las alturas de dichas montañas. Esta curiosa figura se extiende a lo largo del paisaje urbano, hoy es orgullo de todos.

Buen comer
Aquí como en casi toda la selva, los alimentos principales son las yucas, plátanos, pescados de río y la carne de animales del monte. El “tacacho con cecina” es el plato más común del lugar. Tacacho es un guisado de plátanos acompañado de carne seca salada o cecina. Los “juanes” son una especie de tamales de arroz con pollo envueltas en hojas de bijao, platos extravagantes.La comida es sencilla y sin mayor elaboración. No existen platos muy complicados en su elaboración. Pero su gusto radica en lo rústico y salvaje que es la cocina aquí, todo impregnado de un aroma a selva que lo hacen delicioso. La gran cantidad de frutos que los bosques proporcionan a su población garantizan el abastecimiento de sus necesidades alimentarias. La valoración de aquellos productos cada vez se hace más popular en todo el país como alternativa a las carencias en este rubro. Así, la selva se perfila como un gran proveedor de recursos alimenticios a nivel nacional.

Buen beber
La riqueza vegetal de la selva, en especial de Tingo María, favorece la producción de una diversidad de licores, muchos de ellos de carácter medicinal y afrodisíaco. La población local consume a menudo estos tragos. La mayoría son macerados de raíces y cortezas de árbol, además de frutas silvestres. Los más consumidos son “siete raíces”, “para para” o “chuchuhuasi”. Todos ellos poseen un poder curativo y estimulante que aún la ciencia no ha logrado esclarecer. Superstición o no, hay que comprobarlo uno mismo.

Valiosos recursos
Tingo maría está inmerso en grandes extensiones de espesos bosques. Muchos de sus árboles poseen una antigüedad mayor a cien años. La mayoría son especies destinadas a la medicina tradicional o la leña. Lamentablemente no existe un programa adecuado para potencializar e industrializar la producción maderera. Cientos de hectáreas de bosques se pierden anualmente por la quema y tala irracional, para convertir las tierras en incipientes cultivos carentes de técnicas agropecuarias. Muchos de estos bosques son sustituidos por plantaciones débiles de café o cacao. Esto es si los agricultores consiguen un mercado estable para ofrecer su cosecha. Muy aparte de los problemas sociales que padece Tingo María, éste es el lugar propicio para quienes gustan de la observación y contemplación de aves, mariposas y otros animales. Cientos de ornitólogos llegan a estos bosques para fotografiar y encontrarse con diversas especies de aves, muchos incluso aún no registradas por la ciencia.El gallito de las rocas, papagayos, tucanes o loros, rompen el murmullo del bosque con sus estruendosos cantos que se escuchan a cientos de metros de distancia.La caza y recolección de especies está prohibida.
Poco a poco se están implantando medidas para la protección de animales y plantas. La población reconoce el valor de sus recursos y la atracción que genera a los visitantes. El ecoturismo empieza a ser un fuerte sector de ingresos económicos para la región. Rápidamente Tingo María se perfila en un potencial destino turístico. La abundancia de elementos que la selva proporciona a Tingo María hace que ésta se sumerja en una realidad bastante compleja y difícil de comparar con otros pueblos. Las profundidades casi intactas de sus bosques y las alternativas de desarrollo en la región hacen que ésta se proyecte con un futuro prometedor.

Por Fernando Vilchez Santisteban
Fotos Eduardo Villarreal Aliaga

Pozuzo:tierra de conquistas y aventuras



Les comparto un artículo sobre Pozuzo, pueblo peruano con rasgos foráneos que la hacen única.

No es ninguna exageración, Pozuzo fue la tierra prometida para cientos de austro alemanes que huyeron de la miseria y el hambre que azotaba sus países hace más de un siglo para establecerse en esta región que prometía abundancia y bienestar.

Ubicado en la provincia de Oxapampa (Pasco), Pozuzo se extiende a lo largo de fructíferos valles de la selva central, con un clima bastante cálido y húmedo todo el año. Para llegar aquí es necesario recorrer, por tres horas, un fangoso y angosto camino de 82 kilómetros que serpentea elevadas montañas cubiertas de frondosa vegetación.Al llegar a Pozuzo capta rápidamente la atención el estilo arquitectónico de la mayoría de viviendas. Las más antiguas son todas construidas con madera, ventanas y techos bastante simpáticos que son inspiración de los pueblos de Austria y Alemania.
Por otro lado, las constantes migraciones de otras regiones vecinas están modificando el paisaje urbano, plasmando las frías viviendas rectangulares y de cemento.La vida aquí es bastante apacible, la mayoría de la población sale a trabajar en los fundos y haciendas aledañas, quedando las calles desoladas, hasta el fin de semana, donde el pueblo recobra vida organizando ferias o desfiles, o sencillamente conversando en alguna esquina.

Viaje a la deriva
Pozuzo está plasmado de una riqueza histórica sin igual. Todo empezó con el gobierno del Mariscal Ramón Castilla quien, impulsado por adherir la inexplorada zona de la selva a la economía del Perú, inició su plan de colonización de dichas tierras. Por otro lado, dicho proyecto fue acogido por el Barón Cosme Damián Shutz Von Holzhausen, quien vivió en el país por muchos años, y propuso al presidente Castilla traer a colonos austro alemanes para fundar la región del Pozuzo. Luego de concretar el apoyo y tras largos preparativos, el 29 de mayo de 1857 zarpó el velero “Norton” del puerto de Amberes, Austria. Eran 300 personas que se dirigían al puerto de Huacho, en Lima, convencidos que encontrarían tierras mejores.
El viaje fue largo y fatigoso. La tripulación no encontró reposo en ningún momento, pues apenas atracaron en el puerto fueron sometidos a cuarentena. Iniciándose así su estadía en el país en toda una plegaria. La ayuda prometida por el gobierno de aquel entonces fue muy escasa, pronto iniciaron toda una aventura para llegar al lugar que les prometieron colonizar: Pozuzo.Anduvieron dos años caminando y cruzando los más agrestes parajes. Muchos no soportaron la travesía. De 300 que partieron de Austria, sólo llegaron 174. El resto padeció de hambre y enfermedades propias de la zona.
Así, el 25 de julio de 1859, estos cansados viajeros fundaron la colonia del Pozuzo, prometiendo trabajarla y hacerla fructífera para sus hijos.

Tiempos de represión
Las secuelas de la segunda guerra mundial llegaron hasta estos lugares alejados de Alemania. La situación empeoró para los pozuzinos cuando el Perú declaró la guerra a dicho país, iniciándose una represión contra todo lo que se refiera a la cultura alemana. Fueron años trágicos para la colonia, pues aunque no hubo una prohibición directa, pronto abandonaron sus costumbres, e incluso se abstuvieron de hablar libremente el tirol (dialecto alemán). Hoy los jóvenes tratan de redescubrir lo que en algún momento les perteneció a sus ancestros mediante diversos programas culturales.

Vida cotidiana
En Pozuzo existen personajes curiosos, amantes de la naturaleza y su pasado. Fraud María Egg es una mujer amable, siempre dispuesta a llevar a los turistas por lugares que no figuran en ninguna guía turística, pero que conducen a paisajes conmovedores y cargados de una naturaleza casi intacta.El sendero “Emperador Guillermo II” (personaje austriaco) es uno de los tantos caminos que fueron cruzados por los primeros colonos, allá por el año 1850. Hoy esta ruta es aún transitada por la población local.
María Egg posee un interesante proyecto de restauración de una de las primeras viviendas que se construyeron en estas zonas hace más de un siglo. Ella es la heredera de una vieja casa de madera, con el estilo austro alemán plasmado en cada rincón. María guarda en su memoria cómo vivían sus abuelos y demás familiares, quien pretende restablecer las costumbres y acercarse lo más posible a la forma cotidiana y simple de la existencia en aquellos tiempos.La vieja casa está alejada del pueblo, rodeada sólo por árboles nativos como el chontaquiro, ulcumanu, cedros o taras. Egg conoce caminos originales, muchos cubiertos por la espesa vegetación, pero que conducen a laberintos y cuevas que en un tiempo habitaron los yaneshas, tribu que habitó estas tierras hasta hace pocos años.

Futuro prometedor
Pozuzo es una tierra reconocida por su producción ganadera. La abundancia de pastos garantiza la abundancia de carnes y leche de muy buena calidad. La industria forestal está desarrollándose con fuerza. Los suelos húmedos permite el crecimiento de diversas variedades de árboles nativos o foráneos. La madera es uno de los recursos que más beneficios aporta a la región. Los pozuzinos saben muy bien las ventajas económicas que tiene un manejo racional de los bosques, prolongando los beneficios para las futuras generaciones.Los pozuzinos son bastante amables y respetuosos. Aquí prima el orden y trabajo. La vida cotidiana es medianamente cómoda a comparación de otros pueblos ganaderos del país, muchos en condiciones de pobreza.Venir a Pozuzo es encontrarse con una historia maravillosa y un futuro prometedor; no es privarse de las comodidades de las grandes ciudades. Al contrario, es encontrarle el gusto a una vida más acorde con la naturaleza.

Por Fernando Vilchez Santisteban
Fotos Eduardo Villarreal.